
Cómo los Colores Crean Conexión con la Naturaleza
¿Por qué es esencial conectar la naturaleza con los ambientes?
En Zucchi, creemos que la arquitectura y el diseño van más allá de la estética: son caminos para crear conexión.
Queremos que nuestros clientes ofrezcan piedras naturales que lleven en su esencia la fuerza de la naturaleza, creando ambientes donde las personas se reencuentren con el mundo natural y fortalezcan vínculos de forma auténtica y sensorial.
Esta visión se fundamenta en evidencias científicas: el contacto con entornos naturales aporta beneficios indispensables para la salud mental, física y emocional. Para nosotros, arquitectos y diseñadores son protagonistas de esta transformación, moldeando espacios que impactan directamente en el bienestar de las personas.

Según Berman et al. (2012), en un estudio publicado en el Journal of Affective Disorders, la vida urbana intensa puede afectar negativamente el funcionamiento psicológico y aumentar el riesgo de trastornos mentales. Por el contrario, incluir elementos naturales —a través de materiales auténticos o experiencias sensoriales que evoquen la naturaleza— ayuda a neutralizar estos efectos, promoviendo mejoras en la memoria, el estado de ánimo y la calidad de vida.

Este entendimiento se refuerza con un estudio de neuroimagen de la Universidad de Viena, que demostró cómo la interacción con entornos naturales va más allá del aspecto visual: produce efectos fisiológicos reales. La exposición a paisajes verdes reduce la percepción del dolor y atenúa señales cerebrales relacionadas con la nocicepción, funcionando como un analgésico natural y no invasivo. Además, el contacto con la naturaleza se asocia con la reducción de la presión arterial, menor estrés, alivio de síntomas de depresión y ansiedad, y estimula el aprendizaje y la memoria —factores que enriquecen la experiencia humana en cada espacio diseñado.
De forma más amplia, la revisión realizada por Bratman et al. (2019), publicada en Science Advances, sintetizó diversos beneficios derivados de experiencias frecuentes en la naturaleza: aumento del afecto positivo, mayor felicidad y satisfacción personal, fortalecimiento del sentido de propósito y de la cohesión social, además de importantes beneficios cognitivos como mayor atención, memoria y creatividad —aspectos esenciales para quienes crean ambientes orientados al bienestar.
Continúa leyendo nuestro artículo y descubre cómo fomentar aún más esa conexión en tus proyectos.
¿Qué es, en definitiva, el color?
Según Pantone, el color es la percepción visual resultante de la interacción de la luz con los objetos. Cuando la luz incide sobre una superficie, una parte se absorbe y otra se refleja: son esas reflexiones las que percibimos como colores.
En 1666, Isaac Newton demostró que la luz blanca, al pasar por un prisma, se separa en siete colores: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta. ”””””””

Es decir, el color es, esencialmente, luz, y como tal, impacta directamente en nuestros sentidos y emociones.
En diseño, utilizamos dos sistemas: el aditivo (RGB), que mezcla luces en las pantallas; y el sustractivo (CMYK), que utiliza pigmentos en la impresión.
Así como en la naturaleza, donde los colores despiertan sensaciones, en el diseño construyen atmósferas, evocan emociones y refuerzan identidades. Es una conexión poderosa entre estética, ciencia y experiencia sensorial.
¿Cómo se conecta el color con la naturaleza?
Así como el contacto con la naturaleza nos restaura física y emocionalmente, el color también cumple ese papel esencial: despierta sensaciones, crea conexiones e influye directamente en nuestro bienestar.
Investigaciones muestran que los entornos naturales ayudan a reducir el estrés, mejorar la cognición e incluso aliviar el dolor —efectos que, de alguna manera, las paletas de colores buscan reproducir.

El color va mucho más allá de la estética: es una experiencia sensorial, una memoria afectiva y un reflejo de nuestra necesidad instintiva de equilibrio, suavidad y vitalidad —elementos tan presentes en los paisajes naturales como en las decisiones de diseño.
Los colores inspirados en la naturaleza despiertan sensaciones de equilibrio, bienestar y conexión emocional con el entorno.
Colores para conectar con la naturaleza —y que son tendencia
El panorama cromático para 2025 revela una transición hacia el llamado “confort táctil”. Las paletas abandonan los tonos fríos de gris para abrazar matices que brotan de la tierra: arcilla, musgo, cacao… y tonos profundos que evocan introspección y escapismo.
Según los especialistas, este cambio responde al deseo colectivo de ambientes más acogedores y auténticos —reflejo de la búsqueda de equilibrio en tiempos de sobrecarga digital.
El verde sigue siendo el favorito —en hogares y pasarelas. Evoluciona del ya omnipresente “sage” hacia tonos más densos: verde musgo (#657B55) y oliva oscuro (#55613B) crean atmósferas acogedoras y de refugio, mientras que el pistacho (#99B789) aporta frescura luminosa, sin perder el matiz orgánico. Los diseñadores destacan que estos verdes se potencian aún más al combinarse con texturas naturales —yute, lino rústico, madera clara— y adquieren sofisticación junto a la terracota, el rosa suave o el latón envejecido.

La psicología del color guía estas elecciones: los verdes se asocian con equilibrio, renacimiento y bienestar, ayudando a reducir la fatiga visual e invitando a la respiración profunda.
Entre los tonos terrosos, el marrón deja de estar en segundo plano para ocupar el centro de la escena. Prueba de ello: la elección de Pantone como Color del Año —Mocha Mousse (PANTONE 17-1230), un marrón cremoso que recuerda al chocolate caliente y al cuero suave. La terracota, el caramelo y el chocolate enriquecen la decoración con un aire artesanal: baldosas hidráulicas, azulejos de cemento y cerámicas de alta temperatura calientan visualmente los espacios sin sobrecargarlos. Psicológicamente, transmiten seguridad y arraigo, combinando bien con piedras claras y metales cálidos —una mezcla equilibrada de confort y sofisticación.

El azul gana profundidad. WGSN eligió “Future Dusk” (Coloro 129-35-18) como color de 2025 —un tono hipnótico entre azul noche y púrpura, que sugiere misterio, tecnología y escapismo. Junto a él, aparecen el azul petróleo, el denim deslavado y el “Encore Blue” (elegido por Valspar)— lo suficientemente intensos como para sustituir al negro, pero serenos para dormitorios o spas urbanos.

Estos azules ganan sofisticación en acabados mate e iluminación cálida (2700 K). Para quienes temen el peso visual, toques de caramelo, latón o beige mantecoso aportan equilibrio.
¿Y los neutros? Vuelven con fuerza, pero más cálidos: crema, arena, topo… perfectos como fondo para texturas. Los decoradores sugieren el “color drenching” —pintar todo en un mismo tono— creando cápsulas de tranquilidad. Y para quienes quieren ir más allá, el “double drenching” añade un segundo tono de la misma familia, profundizando luces y sombras.

Estos beiges modernos conservan la suavidad, sin el aire “frío” que hizo que los grises cansaran. Combinan perfectamente con verde oliva, azul denim o marrón mocha, siempre priorizando materiales naturales y pinturas de bajo VOC.
En resumen: 2025 nos invita a una paleta sensorial —verdes que respiran, terrosos que reconfortan, azules que acogen, beiges que envuelven. ¿El secreto? Superponer texturas y dejar que el color abrace por completo el espacio.
¿Cómo llevar esto a los espacios?
Piensa en el ambiente como un microecosistema. Comienza con tonos de verde más densos —en las paredes o en un panel de musgo preservado— que crean una sensación acogedora y de refugio. Luego, incorpora la madera: tablones anchos o paneles ranurados, con vetas cálidas que dialogan con los marrones terracota y caramelizados de la paleta 2025.

Sobre esa base, añade tejidos naturales —lino, algodón rústico, lana trabajada— que refuerzan la textura orgánica.
La sofisticación la aportan nuestras piedras naturales: cuarcitas pistacho u oliva, evocando el verde musgo; mármoles blancos velados, que profundizan los beiges y arenas; mármoles dolomíticos almendra, con vetas chocolate; y cristales azules o cobrizos, que reflejan la luz y resaltan los azules zafiro de la tendencia.
Cada una de estas piedras naturales, con dibujos geológicos únicos, amplifica la presencia de los colores, garantiza durabilidad e imprime personalidad.

Esta composición valora el diseño biofílico, que integra elementos naturales al entorno, estimulando bienestar, confort y conexión con la naturaleza.
Cuando la vegetación viva, la madera cálida, los tejidos transpirables y nuestras piedras naturales —cuarcitas, mármoles, dolomíticos y cristales— se encuentran, el ambiente cobra vida propia: respira, acoge y celebra el mundo natural —sin necesidad de salir de casa.
Conclusão
En Zucchi, entendemos que proporcionar esta conexión va mucho más allá de una tendencia estética: es un compromiso con la calidad de vida. Al incorporar materiales naturales, auténticos y atemporales, arquitectos y diseñadores crean espacios que no solo albergan, sino que también curan, acogen e inspiran.

Diseñar es más que construir: es crear puentes duraderos entre las personas, la naturaleza y el bienestar.
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